domingo, 24 de agosto de 2008

¿Que significa "una sola carne" en la Escritura y en la biología?

El sexo dentro del matrimonio es ordenado y aceptado por Dios, pero el sexo fuera del pacto matrimonial es fornicación/adulterio (pecado). (Lev. 19:29, 21:9; Deut. 23:17; Efesios 5:5) La frase "una sola carne" que usa el apóstol Pablo para referirse a la unión sexual entre un hombre con una prostituta en 1 Corintios 6:13 no significa que existe un matrimonio entre ellos, aun el mismo Pablo dice que es "fornicación", y lo que significa alcanza el plano de la biología y será explicado más adelante.
16 ¿O no sabéis que el que se une con una ramera, es un cuerpo con ella? Porque dice: Los dos serán una sola carne. 17 Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él. 18 Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca.
Malaquías 2
13 Y esta otra vez haréis cubrir el altar de Yahvéh de lágrimas, de llanto, y de clamor; así que no miraré más a la ofrenda, para aceptarla con gusto de vuestra mano. 14 Mas diréis: ¿Por qué? Porque Yahvéh ha atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud, contra la cual has sido desleal, siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pacto. 15 ¿No hizo él uno, habiendo en él abundancia de espíritu? ¿Y por qué uno? Porque buscaba una descendencia para Dios. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales para con la mujer de vuestra juventud
Tanto en los hombres como en las mujeres, las secreciones sexuales contienen muchas sustancias puras, potentes y bioquímicamente activas: hormonas, enzimas, proteínas, vitaminas y otros elementos. Cuando las secreciones femeninas son liberadas en el cálido y húmedo medio de la vagina durante el coito, entran en contacto directo con la sensible y finísima piel del pene, repleto de sangre. El calor corporal abre los poros de esta tensa piel, y el roce rítmico entre la vagina y el pene hace que cantidades bioquímicamente significativas de «esencia» femenina sean absorbidas por el hombre. De hecho, bastan ínfimas cantidades de hormonas esenciales para ejercer profundos efectos fisiológicos en todo el sistema endocrino, una vez llegadas a la corriente sanguínea. En el hombre sexualmente excitado, la sangre circula poderosamente por el pene y recoge cualesquiera hormonas hayan sido absorbidas de la vagina por fricción y ósmosis. De forma semejante, los tejidos esponjosos de la vagina absorben los elementos activos de las propias secreciones de la mujer y, tras la eyaculación, del semen masculino. A pesar de la evidente lógica de esta afirmación, la mayor parte de los médicos occidentales siguen negando la posibilidad de este intercambio mutuo de hormonas durante el acto sexual, aunque aceptan plenamente que es posible intercambiar «gérmenes» de esta manera. Si la sífilis, el herpes, el SIDA, etc., pueden «cogerse» por el contacto con los órganos sexuales de una persona enferma, ¿por qué, entonces, las personas sanas no pueden intercambiar del mismo modo enzimas y hormonas? veámoslo de esta manera: si machaca usted varios dientes de ajo y se aplica la pasta resultante sobre el muslo, el abdomen o cualquier otra parte del cuerpo, la cubre con un paño húmedo y caliente y la frota sobre la piel, su aliento no tardará en oler a ajo. El aceite de ajo, que, como la mayoría de las hormonas, es una sustancia sumamente concentrada, penetra en la piel en cantidades microscópicas y es ab-sorbido por la corriente sanguínea, que lo transporta a todas las partes del cuerpo, incluidos los pulmones. Si una diminuta gota de «esencia» de ajo puede atravesar la piel, entrar en la corriente sanguínea y hacer que el aliento huela a ajo, muy lejos del punto de entrada, también una gota de esencia sexual masculina o femenina debe poder hacer lo mismo y atravesar las superficies aún más finas, húmedas y cálidas de la vagina y del pene.







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