Al examinar el documento encuentro que en su base subyace todo un proceso de trabajo investigativo y que epistemológicamente corresponde a una concepción verdaderamente integral, que aborda de manera simultánea los procesos de descripción, explicación e interpretación; procesos que en la actualidad y falsamente han sido reducidos a la sola “interpretación”, que busca justificar que lo que se hace está bien, aunque los resultados sean contradictorios.
Mourinho nos entrega su modelo de pensamiento futbolístico, cuestionando a lo largo de su propuesta la ideología futbolística convencional (capacidades condicionales, volumen, picos de forma, recuperación, entrenamientos de conjunto…), ubicando al modelo de juego como antesala del modelo de entrenamiento del conjunto, considerado que todas las actividades que se generen estarán enfocadas, partiendo inicialmente de la idea de juego que rige en el equipo. Por ello el camino a seguir para el desarrollo de cualquier tarea es conocer los medios técnicos y tácticos que tenemos a nuestro alcance (conocimiento del futbolista) y estructurarlos racionalmente, desde el contexto de la competitividad (ó competencia racional que supera la dogmatización teorizada como fundamento de la convencional administración deportiva). Dichas actividades estarán focalizadas a conocer los diferentes mecanismos del juego, y lo más relevante: dando sentido al mismo; y garantizando de forma evidente y segura los rasgos que cambiará definitivamente el rumbo metodológico del deporte de alto rendimiento para poner punto y final al tratamiento convencional, ficticio y virtual aplicado al deporte. se reconocen en la formulación de Mourinho, en primer lugar, una serie de cualidades de liderazgo, entre las que figura de modo preeminente, la capacidad de concebirse como un miembro de un colectivo en una idea de acción (que supera al concepto de proyecto) y de transmitirla a un grupo de ejecutantes, motivándoles, lo real de esa idea.
Los líderes tradicionales imaginan el proyecto, y trabajan sobre “imaginarios colectivos”, mientras que Mourinho percibe el proceso y sus variaciones, haciéndose copartícipe a los ejecutores, donde el proceso no es sólo la transmisión de información y sus estrategias de aplicación, sino sobre todo la participación de un todo real de las partes del proceso que sea flexible para permitir ciertos desvíos, y esa totalidad, bien se puede llamar gimnasia de la previsión mental. Hay que recordar que si el cerebro humano representa el cuerpo al que está ligado en todos sus aspectos (estructura muscular, esquelética, y sus movimientos), el de los ejecutantes así inspirados ejecuta simulaciones del cuerpo en movimiento. Parte de ese ejercicio mental se automatiza con el hábito y se transforma en percepción motora.En segundo lugar, el proceso requiere inspirarse en algo más que una creencia teorizada, requiere de una voluntad: La voluntad de participar en el mejor proceso, más allá de esperar el mejor resultado; aunque, la voluntad por lo primero conduce necesariamente a lo segundo, para que no suceda que en el fútbol, con referencia específica a la acción del entrenamiento, se conviertan los caballos en jinetes.
Con esta perspectiva de entrenamiento unida al estudio, al conocimiento, y al rigor, queda demostrado una vez más, que no hay mejor teoría que una buena práctica.
Un documento de tales dimensiones, que llegó a mis manos, por atención del profesor Ríos, posee la sublimidad de la sinceridad, de aquel que comprendiendo las reglas del juego y encontrándose en la posibilidad de engañar, se niega a aceptar que el secreto del triunfo está en la falta de sinceridad y se lanza a exponer una a una la desarticulación de viejos teoremas , destruyendo uno por uno los axiomas para derrumbar una retícula falaz y teórica en que se han apoyado hasta hoy los principios interpretativos del entrenamiento deportivo .
Mourinho nos entrega su modelo de pensamiento futbolístico, cuestionando a lo largo de su propuesta la ideología futbolística convencional (capacidades condicionales, volumen, picos de forma, recuperación, entrenamientos de conjunto…), ubicando al modelo de juego como antesala del modelo de entrenamiento del conjunto, considerado que todas las actividades que se generen estarán enfocadas, partiendo inicialmente de la idea de juego que rige en el equipo. Por ello el camino a seguir para el desarrollo de cualquier tarea es conocer los medios técnicos y tácticos que tenemos a nuestro alcance (conocimiento del futbolista) y estructurarlos racionalmente, desde el contexto de la competitividad (ó competencia racional que supera la dogmatización teorizada como fundamento de la convencional administración deportiva). Dichas actividades estarán focalizadas a conocer los diferentes mecanismos del juego, y lo más relevante: dando sentido al mismo; y garantizando de forma evidente y segura los rasgos que cambiará definitivamente el rumbo metodológico del deporte de alto rendimiento para poner punto y final al tratamiento convencional, ficticio y virtual aplicado al deporte. se reconocen en la formulación de Mourinho, en primer lugar, una serie de cualidades de liderazgo, entre las que figura de modo preeminente, la capacidad de concebirse como un miembro de un colectivo en una idea de acción (que supera al concepto de proyecto) y de transmitirla a un grupo de ejecutantes, motivándoles, lo real de esa idea.
Los líderes tradicionales imaginan el proyecto, y trabajan sobre “imaginarios colectivos”, mientras que Mourinho percibe el proceso y sus variaciones, haciéndose copartícipe a los ejecutores, donde el proceso no es sólo la transmisión de información y sus estrategias de aplicación, sino sobre todo la participación de un todo real de las partes del proceso que sea flexible para permitir ciertos desvíos, y esa totalidad, bien se puede llamar gimnasia de la previsión mental. Hay que recordar que si el cerebro humano representa el cuerpo al que está ligado en todos sus aspectos (estructura muscular, esquelética, y sus movimientos), el de los ejecutantes así inspirados ejecuta simulaciones del cuerpo en movimiento. Parte de ese ejercicio mental se automatiza con el hábito y se transforma en percepción motora.En segundo lugar, el proceso requiere inspirarse en algo más que una creencia teorizada, requiere de una voluntad: La voluntad de participar en el mejor proceso, más allá de esperar el mejor resultado; aunque, la voluntad por lo primero conduce necesariamente a lo segundo, para que no suceda que en el fútbol, con referencia específica a la acción del entrenamiento, se conviertan los caballos en jinetes.
Con esta perspectiva de entrenamiento unida al estudio, al conocimiento, y al rigor, queda demostrado una vez más, que no hay mejor teoría que una buena práctica.
Un documento de tales dimensiones, que llegó a mis manos, por atención del profesor Ríos, posee la sublimidad de la sinceridad, de aquel que comprendiendo las reglas del juego y encontrándose en la posibilidad de engañar, se niega a aceptar que el secreto del triunfo está en la falta de sinceridad y se lanza a exponer una a una la desarticulación de viejos teoremas , destruyendo uno por uno los axiomas para derrumbar una retícula falaz y teórica en que se han apoyado hasta hoy los principios interpretativos del entrenamiento deportivo .
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