RESURRECCION: SENTIDO Y REALIDAD
Si Jesucristo es la sabiduría personificada y la recapitulación y la meta de toda realidad, entonces la realidad como totalidad y cada cosa real recibe de Él y en orden a Él su lugar y sentido definitivo, quiere decir esto, que el sentido de su propia resurrección no se puede agotar en la dimensión fragmentaria ni de la sola intelectualidad, ni de la emotividad, ni de la espiritualidad, sino en Él. Asi, nos resultara impropio hablar de la resurrección de Jesús, por cuanto Él y ella son toda y una misma realidad; resulta mas propio entonces hablar del resucitado.
Considero que “la resurrección de Jesús” y “Jesús resucitado”, como expresiones definen correspondientemente “sentidos de mitificación” y “ sentido de realidad”; reitero que hablar de la resurrección de Jesús, no es lo mismo que hablar de Jesús resucitado, por cuanto al ser Jesús la misma resurrección (“yo soy la resurrección Jn 11,25”), no se puede predicar nada de Él, que Él mismo no sea; y por consiguiente, toda predicación sobre algún aspecto referido a Él se hace mítica si se hace lejos de su ser, es decir, si no estamos en Él, y estar en Él no es otra cosa que permanecer en Él, y sus signos son los frutos, fructificar para Dios en abundancia (Jn 14,21; 15,5-8).
Nos puede suceder que creamos y prediquemos la resurrección, incluso que celebremos la resurrección ritual y litúrgicamente, y que a pesar de ello, parezcamos con nuestras comunidades chamizos secos, demagogos de la fe, encantadores de serpientes, perros mudos y voraces, guías ciegos y pastores que nada saben (Is 56,10-11), teólogos sin Dios, elocuentes apologistas pero sin el resucitado; y resurrección sin resucitado, puede sostener edificios de institucionalidad y propiciar a la vez el derrumbe de la fe.
“Y si cristo no resucito, vacía es nuestra predicación, vacía también vuestra fe”.
Bien, no se trata de justificar la resurrección, se trata de hallar nuestra justificación y salvación en el resucitado, para lo cual se hace necesario y determinante abordar el testimonio escrito de aquellos que nos precedieron en la historia. Como consecuencia tenemos entonces que la resurrección no es constatable históricamente, mientras si lo es la fe en el resucitado que tenían los primeros cristianos, siendo impulsados como lo son hoy quienes poseen esa fe a ofrecer y a poner en riesgo su seguridad terrena antes de traficar con la verdad o transar en detrimento de la justicia con autoridades que esconden su corrupción de tras de tribunales, consejos y comités.
Técnicamente la fe en el resucitado esta unida al termino aparición - wfth; siendo característica la antiquísima aclamación, probablemente de origen litúrgico “verdaderamente ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón” (Lc 24,34). La principal y más conocida de estas fórmulas es la de 1cor 15,3-5 “Cristo murió por nuestros pecados según las escrituras y fue sepultado, al tercer día fue resucitado según la escrituras y se apareció a Cefas y luego a los doce”. Pablo cita esta fórmula como tradición que el ya encontró formada. De modo que se trata de un texto muy antiguo utilizado ya en los años cuarenta, quizás al final de los años treinta en las comunidades misionales más antiguas, probablemente en Antioquia.
Es preciso aclarar que el termino griego (aparición) puede traducirse como “fue mostrado” (acción de Dios), o “se dejo ver” (apareció, actividad de Cristo mismo) y finalmente como “fue visto” (acción de los discípulos, a consecuencia de Dios mostrarles y Cristo dejarse ver).
No se puede traducir el termino de forma reducida como una visión (simple actividad de los Discípulos, para afirmar según algunas tendencias de la teología alemana – sobre toda aquella construida en Maguncia, donde quedan algunos reductos de liberación, después de haberla desplegado a las Américas como ideología de política social, religiosa y militarmente como guerra irregular entre las décadas de 1950 y 1960 - que el resucitado es fruto de una experiencia espiritual psicologista de los primeros cristianos extendidas hasta nuestros días, los primeros testigos de los resucitado apoyan su testimonio, en las apariciones, de las cuales no hay duda de que Pedro es el Testigo primigenio de la acción de mostración Dios y de la acción de Jesús que se deja ver, y por eso tiene el primatus fidei por razón del cual es centrum unitatis de la iglesia.
Me dirás ¿y los relatos de las apariciones de las santas mujeres?; te respondo: el texto griego de las santas escritura cristianas es preciso en distinguir el termino aparición anteriormente desarrollado ( y que esta además en hechos 9,17;13,31;26,16) de otros términos que se encuentran en los relatos de Mateo 28, 1-20, Marcos 16,1-8, Lucas 24,1-10, Juan 20, 11-18; 21,1 como “opsesqe - opsesthe” (ver en sentido de visión, actividad de los discipulos, qewrew- theooreo (ver en sentido de mirar y distinguir) y fanerw - faneroo (manifestarse).
Quiere decir esto que los únicos relatos a los cuales se puede dar el calificativo de apariciones, como son aquellos distinguidos con el termino oftee.
Además, es importante anotar que la escrituras cristinas griegas utilizan dos términos para referirse al acontecimiento del resucitado, y estos dos términos aparecen en Mc 16,16 y 16,9 , egeirein - egeírein y anastanai- anastánai, significando “resucitar” y “hacer levantarse, o , levantar respectivamente; y más importante resulta encontrar que el mismo término anastánai en Jn 11,23-25 referido a Lázaro, es aplicado también a Jesús, mientras que el término resucitar es solo aplicado a Jesús. La utilización de estos términos que Marcos dirige a Jesús, explicaría con toda probabilidad que Jesús es Único como resucitado y que su cuerpo es necesario en la resurrección (Lc 24, 36-43. Indica esto que Jesús ha retornado a la vida (perfectamente Divina, de donde “había bajado” encarnándose. Catecismo Iglesia Católica 646), hombre total levantado por Dios (glorificado) y por tanto Dios y Hombre verdadero que recibe todo el poder (Exaltado.C I C 648-649). Ahora bien, el testimonio escriturístico de la primitiva iglesia indica que las apariciones del resucitado tienen sentido comunitario (Eclesial) y misional (de Envío);en ningún momento son reductibles a experiencias pseudos (falsamente) místicas de carácter individual (de encuentro “personal” con Cristo) que enajena y paraliza, constituyendo perfectos administradores y funcionarios de la fe e imperfectos apóstoles y ministradores de la Gracia .
El mismo Señor Resucitado que animó a Pablo nos dice hoy “No tengas miedo, sigue hablando y no calles, porque yo estoy contigo y nadie te pondrá la mano encima para hacerte mal, pues tengo yo un pueblo numeroso en esta ciudad” Hch 18,9-10.
Dr. Raúl Cajamarca Rodríguez.
Filósofo – Teólogo
Experto en latín, griego y hebreo
Profesor Universidad Santo Tomás
Promotor Derechos Humanos –Red Meta
Si Jesucristo es la sabiduría personificada y la recapitulación y la meta de toda realidad, entonces la realidad como totalidad y cada cosa real recibe de Él y en orden a Él su lugar y sentido definitivo, quiere decir esto, que el sentido de su propia resurrección no se puede agotar en la dimensión fragmentaria ni de la sola intelectualidad, ni de la emotividad, ni de la espiritualidad, sino en Él. Asi, nos resultara impropio hablar de la resurrección de Jesús, por cuanto Él y ella son toda y una misma realidad; resulta mas propio entonces hablar del resucitado.
Considero que “la resurrección de Jesús” y “Jesús resucitado”, como expresiones definen correspondientemente “sentidos de mitificación” y “ sentido de realidad”; reitero que hablar de la resurrección de Jesús, no es lo mismo que hablar de Jesús resucitado, por cuanto al ser Jesús la misma resurrección (“yo soy la resurrección Jn 11,25”), no se puede predicar nada de Él, que Él mismo no sea; y por consiguiente, toda predicación sobre algún aspecto referido a Él se hace mítica si se hace lejos de su ser, es decir, si no estamos en Él, y estar en Él no es otra cosa que permanecer en Él, y sus signos son los frutos, fructificar para Dios en abundancia (Jn 14,21; 15,5-8).
Nos puede suceder que creamos y prediquemos la resurrección, incluso que celebremos la resurrección ritual y litúrgicamente, y que a pesar de ello, parezcamos con nuestras comunidades chamizos secos, demagogos de la fe, encantadores de serpientes, perros mudos y voraces, guías ciegos y pastores que nada saben (Is 56,10-11), teólogos sin Dios, elocuentes apologistas pero sin el resucitado; y resurrección sin resucitado, puede sostener edificios de institucionalidad y propiciar a la vez el derrumbe de la fe.
“Y si cristo no resucito, vacía es nuestra predicación, vacía también vuestra fe”.
Bien, no se trata de justificar la resurrección, se trata de hallar nuestra justificación y salvación en el resucitado, para lo cual se hace necesario y determinante abordar el testimonio escrito de aquellos que nos precedieron en la historia. Como consecuencia tenemos entonces que la resurrección no es constatable históricamente, mientras si lo es la fe en el resucitado que tenían los primeros cristianos, siendo impulsados como lo son hoy quienes poseen esa fe a ofrecer y a poner en riesgo su seguridad terrena antes de traficar con la verdad o transar en detrimento de la justicia con autoridades que esconden su corrupción de tras de tribunales, consejos y comités.
Técnicamente la fe en el resucitado esta unida al termino aparición - wfth; siendo característica la antiquísima aclamación, probablemente de origen litúrgico “verdaderamente ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón” (Lc 24,34). La principal y más conocida de estas fórmulas es la de 1cor 15,3-5 “Cristo murió por nuestros pecados según las escrituras y fue sepultado, al tercer día fue resucitado según la escrituras y se apareció a Cefas y luego a los doce”. Pablo cita esta fórmula como tradición que el ya encontró formada. De modo que se trata de un texto muy antiguo utilizado ya en los años cuarenta, quizás al final de los años treinta en las comunidades misionales más antiguas, probablemente en Antioquia.
Es preciso aclarar que el termino griego (aparición) puede traducirse como “fue mostrado” (acción de Dios), o “se dejo ver” (apareció, actividad de Cristo mismo) y finalmente como “fue visto” (acción de los discípulos, a consecuencia de Dios mostrarles y Cristo dejarse ver).
No se puede traducir el termino de forma reducida como una visión (simple actividad de los Discípulos, para afirmar según algunas tendencias de la teología alemana – sobre toda aquella construida en Maguncia, donde quedan algunos reductos de liberación, después de haberla desplegado a las Américas como ideología de política social, religiosa y militarmente como guerra irregular entre las décadas de 1950 y 1960 - que el resucitado es fruto de una experiencia espiritual psicologista de los primeros cristianos extendidas hasta nuestros días, los primeros testigos de los resucitado apoyan su testimonio, en las apariciones, de las cuales no hay duda de que Pedro es el Testigo primigenio de la acción de mostración Dios y de la acción de Jesús que se deja ver, y por eso tiene el primatus fidei por razón del cual es centrum unitatis de la iglesia.
Me dirás ¿y los relatos de las apariciones de las santas mujeres?; te respondo: el texto griego de las santas escritura cristianas es preciso en distinguir el termino aparición anteriormente desarrollado ( y que esta además en hechos 9,17;13,31;26,16) de otros términos que se encuentran en los relatos de Mateo 28, 1-20, Marcos 16,1-8, Lucas 24,1-10, Juan 20, 11-18; 21,1 como “opsesqe - opsesthe” (ver en sentido de visión, actividad de los discipulos, qewrew- theooreo (ver en sentido de mirar y distinguir) y fanerw - faneroo (manifestarse).
Quiere decir esto que los únicos relatos a los cuales se puede dar el calificativo de apariciones, como son aquellos distinguidos con el termino oftee.
Además, es importante anotar que la escrituras cristinas griegas utilizan dos términos para referirse al acontecimiento del resucitado, y estos dos términos aparecen en Mc 16,16 y 16,9 , egeirein - egeírein y anastanai- anastánai, significando “resucitar” y “hacer levantarse, o , levantar respectivamente; y más importante resulta encontrar que el mismo término anastánai en Jn 11,23-25 referido a Lázaro, es aplicado también a Jesús, mientras que el término resucitar es solo aplicado a Jesús. La utilización de estos términos que Marcos dirige a Jesús, explicaría con toda probabilidad que Jesús es Único como resucitado y que su cuerpo es necesario en la resurrección (Lc 24, 36-43. Indica esto que Jesús ha retornado a la vida (perfectamente Divina, de donde “había bajado” encarnándose. Catecismo Iglesia Católica 646), hombre total levantado por Dios (glorificado) y por tanto Dios y Hombre verdadero que recibe todo el poder (Exaltado.C I C 648-649). Ahora bien, el testimonio escriturístico de la primitiva iglesia indica que las apariciones del resucitado tienen sentido comunitario (Eclesial) y misional (de Envío);en ningún momento son reductibles a experiencias pseudos (falsamente) místicas de carácter individual (de encuentro “personal” con Cristo) que enajena y paraliza, constituyendo perfectos administradores y funcionarios de la fe e imperfectos apóstoles y ministradores de la Gracia .
El mismo Señor Resucitado que animó a Pablo nos dice hoy “No tengas miedo, sigue hablando y no calles, porque yo estoy contigo y nadie te pondrá la mano encima para hacerte mal, pues tengo yo un pueblo numeroso en esta ciudad” Hch 18,9-10.
Dr. Raúl Cajamarca Rodríguez.
Filósofo – Teólogo
Experto en latín, griego y hebreo
Profesor Universidad Santo Tomás
Promotor Derechos Humanos –Red Meta
No hay comentarios:
Publicar un comentario